#Esodeberíassaberde: Teorías y modelos de aprendizaje:
Hay
muchas maneras de explicar el aprendizaje, tantas como teorías existen. Algunas
se contradicen entre ellas mismas y casi siempre terminan definiendo diferentes
explicaciones sobre cómo se gesta o se desarrolla a través del tiempo en los
seres humanos. Sin embargo, en lo que están de acuerdo es que el aprendizaje
implica siempre un cambio debido a la experiencia que es perdurable en el
tiempo.
La
psicología del aprendizaje, una ciencia que puede resultar nueva para muchos
conocedores del área, se encarga de, justamente, investigar cuáles son los
aspectos fundamentales del aprendizaje. En un amplio espectro es posible separar a los ”paradigmas” de la psicología
del aprendizaje en dos grandes aristas: la primera, la rama conductual, que
define al aprendizaje como la aparición o modificación de conductas de manera
perdurable como resultado de la experiencia; y la segunda, la rama
cognoscitivista, la cual no sólo explica que el aprendizaje se relaciona con
los cambios de conducta, sino también con la capacidad de conducirse. Ambas
tendencias explican aspectos fundamentales del aprendizaje del individuo, a
veces, incluso, se pueden complementar, como piezas que encajan en el proceso
de formación del sujeto, sea formal (Sistema Educativo) o no.
Para
el estudio del aprendizaje existen métodos de investigación que son funcionales
para ciertos espacios de indagación, y que sin desprestigiar a uno o a otro,
pueden ser usados para medir, cotejar o evaluar fenómenos que se presentan en
la vida educativa. Estos son: el observacional, el correlacional y el
experimental.
El
estudio observacional es el que nos
permitiría describir ciertos fenómenos, sus características y cómo es percibido
a través de lo sensorial, mientras se encuentra en su estado natural. Es el
estudio más usado y el que desencadena a todos los demás. Sin embargo, al no
permitir el control de las variables que afectan al fenómeno no es posible
asegurar hipótesis confiables, por lo que el estudio queda limitado a la mera
descripción del suceso estudiado. Este estudio nos permite diagnosticar ciertas
características de nuestros estudiantes o beneficiarios y es necesario para
comenzar a diseñar próximas estrategias a corto, mediano y largo plazo dentro
de los espacios de formación del participante.
El
estudio correlacional es un poco más complejo, permite identificar o describir
las relaciones entre las variables que se estudian, en condiciones poco
controladas, que nos servirán como indicadores sustanciales para futuras
investigaciones más profundas, pues, es irresponsable atribuir conclusiones
sobre el efecto completo de una variable sobre la otra, cuando entendemos que
en los procesos humanos son muchas las variables que interactúan y se solapan.
Sin embargo, el estudio correlacional nos da un buen acercamiento sobre la
relación entre dos factores y su influencia en el comportamiento del sujeto.
Sucede cuando en un aula de clases queremos estudiar, por ejemplo, cómo es que
la motivación por parte de los padres influye en el rendimiento académico de
sus representados.
Por
último, el estudio experimental, este vuelve a relacionar variables, las causas
que producen a una y los efectos que esta misma causa en otras. En este tipo de
estudios se establecen variables control (o independientes) que son estimuladas
por el investigador y variables problema (o dependientes) que son el objeto de
observación y de estudio. Este tipo de estudios garantiza la impermeabilidad o
la reducción al mínimo de la influencia de agentes externos al estudio que
puedan “dañar” los resultados de la experimentación y es, en general, el más
usado para evaluar las procesos de aprendizaje y su desarrollo en el individuo.
Estos
modos de entender la investigación del aprendizaje son complementarios, los
separa su nivel de complejidad, la exhaustividad con respecto a las variables y
en el cómo se implementa la rigurosidad de su proceso, pero permiten, en
definitiva, estudiar las dinámicas de los procesos de enseñanza-aprendizaje con
el fin de no solo cotejar y comparar con los indicadores de la gestión
educativa, sino con el propósito de poder superar las expectativas del sistema,
de innovar en los procesos y de entender, cada vez más, el comportamiento del
hombre, en este caso particular, de él mismo en la educación, pero en general,
del propio ser.
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