#Esodeberíassaberlode: Curriculum.
LA FUNCIÓN SOCIAL DEL CURRICULUM PARA CUMPLIR UN PROYECTO NACIONAL.
LA FUNCIÓN SOCIAL DEL CURRICULUM PARA CUMPLIR UN PROYECTO NACIONAL.
La primera conceptualización significada de Curriculum surgió con
Bobbit, en 1918 quien lo definió como: “...aquella
serie de cosas que los niños y los jóvenes deben hacer y experimentar a fin de
desarrollar habilidades que los capaciten para decidir asuntos de la vida
adulta” (Franklin Bobbit: The
Curriculum. Boston, Hughton Mifflin Company, 1918. Citado por J. G. Saylor y W.
Alexander: Planning curriculum for Schools. New York, Rinehart Winston Inc.
1947, p.4. Citado por Jorge Preciado C. y Isabel Albers A.: Teoría y técnica
del currículo. Valencia, Vadell Hermanos Editores, 1985). Y a lo largo de
la historia moderna del curriculum, algunos autores han proclamado sus
definiciones del mismo basándose en distintas teorías como: el currículum como
experiencia, el currículum como definición de contenidos de la educación, el
curriculum como programa de actividades planificadas, el curriculum como
resultados pretendidos de aprendizaje, el curriculum como tarea y destrezas y el
curriculum como un programa de contenidos y valores.
Una de las perspectivas más fuertes del curriculum con respecto a su
función y utilidad es el de Hilda Taba, quien define al curriculum como “plan
para el aprendizaje.” Quien dice, además, que el curriculum: “representa el esfuerzo de planificar en
forma científica y rigurosa el proceso educativo, basándose en las diversas
teorías que sirven de marca a este proceso, es el resultado práctico a nivel de
síntesis de estas teorías provenientes de diversas ciencias.” (Taba, Hilda, Curriculum Development:
Teoría y Práctica, Editorial Thomson Internacional, junio de 1962) Por otro
lado, propone que estos aprendizajes que adquieren los jóvenes deben proveerles
herramientas para ser funcionales en su
propia cultura.
De ahí podemos comenzar con las conclusiones más someras sobre el
currículum: no hay una única definición de currículum, como tampoco la hay de
educación, geografía, etc. El dinamismo de la cultura y de las necesidades
sociales impiden que los conceptos se mantengan atados por su origen, raíces
etimológicas o interpretaciones académicas. Tiene que reajustarse a las
demandas sociales, al individuo y a la cultura a la que pertenecen quienes la
elaboran, ejecutan o viven su práctica. Sin embargo, cualquiera sea la posición
que se asuma con respecto a la conceptualización de curriculum existe el
consenso de que cada programa, cada proyecto de mejoramiento, de planificación,
debe estar de acuerdo a la filosofía educativa, debe establecer cómo los administradores
deben interpretarlo y cómo los educadores deben orientar su desarrollo,
evaluación y actualización. Es decir, debe guiar hacia los fines de la
educación, debe establecer las bases de cómo implementarlo en el sistema, sus
objetivos, contenidos, etc., pero también debe establecer cómo llevarlo a la
práctica educativa con las experiencias de aprendizaje y de evaluación
claramente establecidas.
Además de un criterio filosófico comprehensivo, es Estado requiere
de un criterio ideológico-político, que inspirado en el primero, arbitre medios
de realización de los fines del Estado en términos relativos a un
espacio-tiempo determinado. Cuando exista esta combinación de una filosofía
comprehensiva con un criterio ideológico-político, da lugar a un proyecto
nacional que define un estilo de desarrollo social que se designa el nombre a
conveniencia de quién lo establece: “nacionalismo democrático”, “socialismo
cristiano”, etcétera.
Ahora bien, dentro de un proyecto nacional se definen o adquieren
sentido específico los valores. Así, por ejemplo, valores como los de libertad, bienestar, prosperidad, etc., adquieren un sentido específico en referencia
al proyecto nacional, es decir, a las circunstancias espacio temporales de la
nación, y a los fines como se hayan definido para el desarrollo.
En la realización de un proyecto nacional, el Sistema Educativo se
convierte en la espina dorsal de su desarrollo pues en su estructura descansa
principalmente el logro de sus fines. A su vez, solo en el marco de un proyecto
nacional, el Sistema Educativo adquiere coherencia y sentido de totalidad. Al
respecto, Oscar Varsavsky, señala:
No es posible tener un política
educativa coherente (...) sino en el marco de referencia de Proyecto NAcional
de largo plazo, con características ideológicas y objetivos concretos bien
definitivos. EN otras palabras, no es lo mismo educar para el liberalismo que
para el socialismo; para un estilo comunista, místico, creativo o autoritario.
Definir los fines
de la educación en consonancia con un determinado proyecto nacional implica,
por un lado, enunciar los objetivos correspondientes a cada una de las
categorías de acuerdo al marco-ideológico-político del proyecto nacional de
manera de garantizar la congruencia entre los valores que subyacen a los fines
y los valores que sirven de marco al proyecto nacional y por otro lado,
relacionar su contenido con las necesidades nacionales definidas, lo que define
en su totalidad al curriculum de esa determinada sociedad.
El curriculum,
entonces viene a ser uno de los principales instrumentos que surgirán de la
política y estrategias educativas, pues por su intermedio se tratara de lograr
las finalidades, metas y objetivos de la sociedad, así como la satisfacción de
las principales necesidades que define el Proyecto Nacional.
Estos aprendizajes orientados por la escuela, y
en general por el Sistema, tiene como objetivo último permitir se cumplan los
Fines de la Educación, que recogen la filosofía política del Estado sobre la
Educación, permitiendo el desarrollo del individuo y la perpetuación de la
sociedad. Así, cuando se define la educación como vehículo a través del cual se
socializa al individuo, se hace pensando en la reacomodación de los valores a
sus propias circunstancias, redefiniendo los valores tradicionales para
aumentar la capacidad adaptativa del individuo. Sobre esto, Fernando Azevedo,
en su libro Sociología de la Educación, enuncia:
La
educación, de hecho, bien sea por un proceso de forma difusa o asistemática,
bien se realice por medio de instituciones espaciales, es siempre, “una acción
ejercida por las generaciones adultas sobre las generaciones jóvenes para
adaptarlas a su propia mentalidad (la de las generaciones adultas) y, por lo
tanto, al medio físico y social”; o en otras palabras, es transmisión de las
tradiciones materiales y espirituales de una generación a otra, en una sociedad
determinada (F. C. E., México, 1973, p.
40)
Las funciones de la educación se ha dicho que
tienden a cumplirse en toda sociedad, independientemente de espacio-tiempo.
Pero en este punto es necesario subrayar que la forma de cumplirse varía de
acuerdo a los contenidos idiosincrásicos de cada cultura que obedecen, a su
vez, a especificidades de orden físico y espiritual que cada sociedad enfrenta.
En la actualidad, todavía estigmatizados bajo paradigmas
conductistas, una definición de currículo podría ser: “conjunto de experiencias de aprendizaje realizada por los alumnos bajo
la dirección de la escuela, y los recursos que esta utiliza para promover
dichas experiencias y alcanzar los objetivos derivados del fin de la educación”
(Avolio de Cols, Susana, “La Tarea
Docente”, Ediciones Marymar). Un primer análisis de esta definición nos
permite ver que el concepto está enfocado desde el punto de vista del alumno y
del Sistema, es decir, currículo es lo que el alumno hace, pero también es lo
que el Sistema Educativo provee para orientar el aprendizaje, y que está
enmarcado en la realización futura de un Proyecto Nacional y de las necesidades
que la propia sociedad requiere subsanar.
No cabe duda de que
el currículum tiene distintas funcionalidades para la realización del hombre en
su ser y hacer, pero es funcional para cumplir el Proyecto Nacional mientras se
establezcan claramente los lineamientos que se requieren para cumplir con las
expectativas de la sociedad que lo describe. El currículum es la herramienta más
poderosa que tiene un Estado para darle a sus ciudadanos el empuje necesario
para generar el desarrollo integral de su propia cultura y de sí mismos.
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